domingo, 11 de septiembre de 2016

El amor entre tiempos







Toledo - ABC Cultura



Francisco Caro presenta «Plural de sed», un viaje por la geografía del amor con versos candentes de sensualidad
Portada de Plural de sed
Portada de Plural de sed





Francisco Caro nos invita otra vez a la poesía a través del libro titulado,Plural de sed. Este poemario se encuentra dividido en cinco partes, fragmentos que se orquestan con los nombres de piezas musicales:ZarabandaCouranteRondó (en Las Tablas), Pavana y Barroco, las cuales albergan más de una treintena de poemas.
En la primera parte el poeta nos asoma a una proposición de viaje en versículos como: Tú y yo y entretejernos, te ofrecía / para los cinco días de Semana Santa. Expresa a lo largo de sus versículos una 1imaginería laica con retazos yuxtapuestos que van de escenarios con ecos neoyorquinos tan de moda y que han ido apareciendo de forma recurrente en la poesía desde que Lorca en 1930 escribiera Poeta en Nueva York hasta el otro extremo, el paisaje silente de encinas del Valle de Alcudia. Caro homenajea aquí, entre la sensualidad y el erotismo, a sus poetas mayores como García Lorca o Claudio Rodríguez. Esta parte goza del buqué de los años estudiantiles de trenca y Bertolucci.
En la segunda pieza musical, Courante, llega un tiempo de desamor, búsqueda y espera. Esta parte comienza: A quién he de pedir/ noticias tuyas/ sino a las aves. La naturaleza forma parte esencial en la vida y en toda la obra de este poeta por lo que aparece a lo largo de todo el libro y de muchos de sus libros. Es esta la parte del tránsito y de la ausencia del amor huido: no visito los bares de tu cuerpo/ y hoy no puedo beber,/ hoy no puedo escribir. El no escribir por la lejanía rocosa de amor. El poeta desea escribir amando y llenar los versos con besos de mujer para seguir diciendo en un espacio, en el hospital de la amada sin bienes, sin muebles, sin ruidos que estorben al amor. Así llega sencillamente otro tiempo de amor, Rondó en Las Tablas, que se desvela cuando en la pagina 49 se dice: Posar mis manos,/ dos águilas que inician el descenso/ sobre la desmemoria de tus hombros/ y buscan consistencia… Pero en el resurgimiento de amor aparte de remansos hay hálitos de pasión. Hay rápidos que suenan a ardor de copla: Tu boca es mi condena/ no a celda ni a intención, no a sol que muere, / sino a lo irremediable/ de mis septiembres labios/ en tus labios. La dificultad desde la sencillez aparente del lenguaje.
En Pavana vuelve la pasión a encarcelar a los amantes en una noche de hotel sobre el discurso de una soledad a dos, argumentación reiterada a lo largo todo el poemario. Aunque ésta lleve implícita en su subtítulo, Habitación de hotel, la soledad de un titulo hopperiano, Caro lo que hace es reivindicar la hospitalidad del Campo del Calatrava, un no Nueva York, un no Amberes, un no Madrid, la sensualidad de un campo árabe reconquistado por la soledad de color añil. Aquí nos lleva hasta el final del poema Cede para decir Nadie sabe que estamos/ aquí, salvo la vida.
La última parte, Barroco, es un solo poema donde poeta nos sorprende con un soneto enmascarado y fragmentado que se asemeja y nos acerca a su forma de escribir, un guiño como lo es todo este libro, donde a veces la mujer amada se trasmuta en poesía, en piel-verso y la ausencia en un deseo de decir en un viaje entre tiempos.
JUNTO a las flores blancas
del manzano
estás tan quieta,
tan extrañamente quieta
y tan desposeída
que ahora no me atrevo
no me atrevo a escribirte
no me atrevo a rozarte
los ápices del seno, ni a decirle
a las ingles que callan
por qué tu desnudez
quemó mi tacto.
Francisco Caro

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