viernes, 14 de junio de 2013

UNA PRESENTACIÓN MONSTRUOSA


UNA HISTORIA DE POEMAS JAMÁS CONTADA
Para la presentación del libro: POEMAS DEL CUARTO DE BAÑO
Editorial Babilonia
Valencia 2013
Autor: Teo Serna        

La historia del “cuarto de baño” tiene su comienzo en Escocia hace la friolera de diez  mil años. , fueron los habitantes de las islas Oreadas, frente a la costa de esta región del Reino Unido, quienes construyeron los primeros sistemas tipo letrina para alejar de sus hogares los desechos. Unas conducciones que iban desde las viviendas de piedra hasta los torrentes, lo que permitía satisfacer las necesidades en el interior en vez de tener que salir a evacuar las inmundicias al exterior.

En Oriente, la higiene suponía un imperativo religioso para los antiguos hindúes, y en una época tan lejana como en el año 3.000 a.C. muchas casas poseían ya instalaciones sanitarias privadas. En el valle del Indo, en Pakistán, los arqueólogos han descubierto baños públicos y privados provistos de cañerías de barro cocido incrustadas en obra de ladrillo, con grifos para controlar el agua.

La tecnología del cuarto de baño evolucionó entre los antiguos egipcios. Hacia el año 1500 a.C., las casas de los aristócratas  contaban con tuberías de cobre por las que fluía agua fría y caliente, y el baño corporal completo formaba parte de las ceremonias religiosas.

Pero fueron los romanos quienes, hacia el siglo II a.C., los que dieron con el quid de la cuestión pues   convirtieron el baño en un acto social y construyeron enormes balnearios públicos que hoy podrían rivalizar con los más caros y lujosos clubes dedicados a la salud. Con su amor al lujo y al ocio, los romanos dotaron estos baños públicos con jardines, tiendas, bibliotecas, gimnasios y zonas de reposo para lecturas poéticas. De ahí le vino a la idea a Teo de realizar un recital de una manera tan clásica, lejos de los oropeles  de  recitales que trascurren según las normas sofisticadas  de los juegos florales, los juegos  de la gaya ciencia.

Revolver las cenizas una nueva función del poeta, nos insinúa  Serna. -Vamos que los poetas son los piconeros de las palabras-. Los hacedores de esas brasas que dan calor al lenguaje, para que las palabras resurjan de sus propias cenizas al aire.
Con tanta incineración tardó mucho el poeta en darse cuenta  del papelón que realiza la R.A.E. y como luego veremos ha jugado una baza definitoria en la  obra del artista.  Este desconocimiento   no fue  fruto de su torpeza o cortas entendederas, sino    porque ese día        que explicaron los nobles quehaceres de tan alta institución el poeta  no fue a clase  víctima de la picadura de un mosquito maldito,  un díptero del la familia Anopheles, variedad  Latryno sativa o armortus por su avidez a las gachas,     insecto que le inoculó el Plasmodium  de la poesía. Pero le quedó una laguna, el secreto tan real como académico que  lo tuvo  que aprender de oficio  a base de reinventar en este lugar de La Mancha del cual yo siempre quiero acordarme.
Otro momento crucial que marcó al poeta fue una de las mortecinas noches de otoño en la que practicaba el susodicho una sesión de espiritismo en la parte gerencial de  una de las bodegas  novecentistas más emblemáticas de la localidad. Otra fiebre sufrida por el artista,  la de la adicción a las ciencias ocultas que suponía el eco iconoclasta de la movida madrileña llegados estos lares. El espíritu que acudió se trataba de  un  antepasado suyo por parte materna.  
D.  Juan Manuel Fernández Pacheco,  primer director de la Real Academia de la Lengua, allá por los albores del siglo dieciocho, precisamente  en la época en que nacieron muchos inventos, entre ellos el invento del sifón para el cuarto de baño o como denominaba su inventor, un ilustrado lord: La trampa del olor. Pero no dejemos la trama espiritista, la aparición del alma  de D. Juan Manuel, fruto de la invocación,  le susurró al oído del poeta un mandamiento nuevo: limpia, fija y da esplendor.  El poeta se quedó con la copla, por no decir atónito por el mandato que le impuso  este  antepasado suyo, marqués,  como suelen ser la mayoría de los antepasados que se precien de ello.  El poeta  primerizo en estos avatares de la Ouija  la orden se la tomó tan en serio  que le dio a la brevedad  de los haikus. Tal fue el punto de obediencia  que  las vecinas próximas a la bodega se enfadaban porque los lunes tenían que barrer todas las palabras que había quitado Teo de sus poemas y   tirado por torreón modernista de la vetusta bodega para llevarlos a la mínima expresión; al  poema minimalista nipón que dicho sea de paso se trata de una soleá más  exótica y snob. Y el enojo de la vecindad  ocurría precisamente los lunes porque el innoble oficio de la lírica es cosa de domingueros.    
La  obsesión  por la higiene  literaria   llegó   a tal extremo que  frotó y frotó   las palabras de los poemas para  sacarle lustre  y en el tercer estadio ocurrió que los dejó  en cueros por la ofuscación  de suprema  limpieza.  A los poemas aunque escuálidos  les cantaban las axilas por Haikus o mejor dicho por soleares, y a las poemas de tanto pisar  descalzas las baldosas blancas y negras de la existencia se le ensuciaron las plantas de los pies con lo que el poeta decidió llevarlos al cuarto de baño y allí empezó la  vida cotidiana entre los azulejos  y el origen de la desnudez.  En ese cuarto fue el  hábitat donde se descubrieron  las feromonas,  en esa asepsia de la bañera que serna la imagina como una especie de nave Nautilus timoneada por una especie de capitán Nemo de Julio Verne.  El poeta consigue reflejar la soledad  del amor en el deseo. Una historia recurrente pero  jamás bañada, no en vano Octavio Paz afirma:   que   el erotismo  es una metáfora de la sexualidad y la poesía una erotización del lenguaje.
Estos poemas sin duda se aroman con la cultura plática. Tal han sido la cantidad de baños que a ellas, a las poemas, le han salido una especie petequias  que por su distribución parecen puntos Benday que nos recuerdan a la mujer en la bañera de Lichstenstein. Ellos  juegan a ser Marlons Brandos imposibles en busca de Jeannes, mientras el cartero siempre en la Mounstra llama dos veces cuando trae la última versión de las variaciones  Goldberg.     
Cristóbal López de la Manzanara

Getafe a 6 de junio de 2013 





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                                                           LA SOMBRA ADIVINADA



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