sábado, 10 de junio de 2017

PRESENTACIÓN DE LOS POETAS DE MEMBRILLA Y DE CÁNTIGA

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Mayo 2017                                                                                                       Por  Alicia Jiménez Muñoz

PRESENTACIÓN POETAS DE CÁNTIGA
Probablemente el escritor no es del todo consciente de la trascendencia que tendrá su obra una vez publicada; no sabe con exactitud en manos de quién caerá, qué ojos o qué sensibilidades la percibirán y hasta qué punto calará en según qué almas. 
Cristóbal López de la Manzanara, Poeta y ensayista, no podía saber en el momento que escribía un artículo, que después se publicaría en el programa de Desposorios de 1996, titulado  Domingo en la plaza del azafranal, que alguien se quedaría prendado de las bellísimas metáforas que utilizaba: “La luz llueve torrencial y clara, sobre las tejas que bordan un festón a las sombras…” Después vinieron más relatos  como El día de San Marcos o Los juegos y los días, entre otros, que invitaban al deleite en su lectura, además de que salvaguardaban del olvido las tradiciones y  la idiosincrasia de un pueblo, de nuestro pueblo.
Las metáforas incluidas  en esos relatos entrañables tocaron la tecla de la atracción  a la escritura en una joven lectora a la que en esos momentos no sabía  que Cristóbal López de la Manzanara fuera  Licenciado en Farmacia  y Ciencias Políticas y Sociología. Que hubiera sido redactor de la revista literaria Nayagua, o subdirector de la  revista literaria Cuadernos del Matemático, de Getafe, donde actualmente vive y ejerce de boticario. Ni siquiera sabía que era redactor de la revista Calicanto, de Manzanares, que creó junto a otros poetas del Grupo Literario Azuer y la revista Alacena.  Tampoco sabía que fundó la tertulia poética Buen Retiro con otros compañeros en Madrid. Desconocedora esta lectora  de que tenía antologías en Cuba, Argentina y España. Y de que  hubiera publicado los Libros: Episodios de la sed, en 1989; Las pesadumbres del ozono, en 1991; La voz entre palabra. Poemas 1992-1996, publicado este en 1998; El cajón de las formas. Sonetos boticarios y otras formas en 2009; o Curro Chamusca en 2013. O que le hubieran concedido premios como: Manxa, Premio Internacional de poesía Amado Nervo y Premio AEFLA de Poesía en cinco ediciones.
Sin duda un curriculum admirable, pero lo importante era que este autor había  tocado el alma de esta  lectora. Y creo que ahí radica la grandeza de un escritor: en llegar al mismo centro del lector y removerle  de algún modo el sistema límbico.
 Sin saberlo, Cristóbal  mostró a aquella joven  una puerta a esa estancia tan sublime, y poco transitada por el gran público, que es la poesía y que desde allí otras puertas a otras estancias literarias se fueron abriendo.
“El poeta escribe para ser querido…” dice él mismo. Y yo apostillo que es muy fácil querer a un poeta, solo hay que sumergirse en su lenguaje y dejarse llevar por su sensibilidad.  De esa sensibilidad se recoge  una muestra en Cántiga y aquí la escuchamos.


Isabel Villalta Villalta, también llamó la atención literaria a esta joven lectora a la que antes hacía referencia, y lo hizo desde el mismo escaparate que lo había hecho Cristóbal, y de la misma manera tocaba el alma: con un entrañable relato premiado en el tristemente desaparecido Certamen Literario de Desposorios. En ese relato un padre, frente a su hija, le contaba, desde los recuerdos de su niñez, la peripecia vivida en las vísperas de la fiesta grande del pueblo.  Y otra vez las tradiciones y la idiosincrasia de nuestro pueblo quedan a salvo del paso del tiempo y del olvido, gracias a la magistral pluma de Isabel, estudiante por aquella época de Filología Hispánica.
Después consiguió su Licenciatura, gracias a la cual realizó  interesantes investigaciones etimológicas, algunas inéditas y otras publicadas como: El topónimo Membrilla y su gentilicio membrillato, publicada en 2005, o El río Azuer  desde el origen de su nombre, en 2014, son obras de referencia para la cultura histórica y lingüística de Membrilla, así como de la ribera de los pueblos del Azuer.
 Carnaval en Membrilla, es el titulo de otro de sus libros publicados, en él se recoge la cultura y sociedad de Membrilla desde finales del siglo XIX hasta la fecha de la publicación de la obra, en 2012, a través del carnaval y su síntesis festivo-sarcástica; esta obra señala la etimología de la palabra y el aspecto de la fiesta en la historia del mundo.
En su labor creadora como poeta han visto la luz los libros: Diálogos, publicado en 1999; En torno a don Quijote,  donde combina estudio y poesía, en 2006; Donde habita la inocencia, publicado en 2007; Pleno de su luz, en 2010; A través del otoño, en 2013 y Viaje al conflicto, en 2015. También tiene varios poemarios sin editar. Y en su prolífica actividad literaria participa en charlas, presentaciones y demás actos culturales en distintos lugares. Ha recogido premios en numerosos certámenes locales, regionales, nacionales e internacionales.
Isabel se reconoce a sí misma con mirada sensible y detenida a la belleza y nobleza que contienen las cosas. Le avalan  deseos personales de alcanzarse y de de cuidar la bondad de la vida y las herencias materiales y espirituales.
Loables intenciones en apariencia sencillas, pero que no dejan de ser admirables como cualidad connatural. 
Nunca me atreví, después de leer sus relatos en el programa de Desposorios, a abordarlos por la calle y decirles, tanto a Cristóbal como a Isabel, que me había maravillado además de lo que contaban, su forma de narrarlo, que leerlos a ellos supuso en mí algo más que un deleite en la lectura. Que después, cuando conocí su poética, la de ambos, me invitó a mí, lectora habitual de novela, a detenerme y saborearla despacio, como una copa de vino, porque su poesía se presta a ello: al deleite de cada metáfora, al compromiso personal a entrar en la gruta del alma del poeta y una vez dentro descubrir sus maravillas.
 De esas maravillas, hoy,  nos recitará  una muestra  Isabel.




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