sábado, 14 de julio de 2012

ALOJA,UNA BEBIDA POR HACER TRAÍDA DE MANZANARES

§ iv. RESPUESTA Á I. A C A R T A A N T E R I O R POR EL DOCTOR THEBUSSEM. Mi querido Alba : Muchas gracias por su carta de V. del 4, que pienso utilizar desde la cruz á la fecha. Son muy curiosas las noticias que V. me comunica, y muy buenas las empanadillas que V. me recomienda. Quedan probadas y aprobadas. La aloja no es fácil de hacer. El famoso maestro Alfonso Chirino, físico del rey D. Juan II, da en su Traclado llamado menor daño de la medicina (Sevilla 1542), la siguiente receta: «Agua de rio, treinta libras; «Levadura antigua, cuatro onzas; «Miel muy buena, tres libras; «Polvos de jengibre y pimienta longa, de cada uno »media onza; «Canela, tres dracmas; «Clavo, dracma y media; «Nuez de especia, una dracma.» La dificultad está en el modo de disponer y en el tiempo de mezclar tales ingredientes. Un autor agrega que «cada » alojero procura componer su aloja de modo que tenga buen »gusto y sabor, propia pasión de cocineros que, sin atender »á que el guisado sea bueno ó malo para la salud, sólo atien- »den á dar gusto al gusto y á lisonjear el apetito.» Yo he probado la aloja en varios pueblos del antiguo reino de Leon , y comprendo que debe ser bebida agradable para los paladares que á ella se acostumbren. Y ya que de este lí- quido hablamos, copiaré á V. los renglones que le consagra Don Dionisio Chaulié, en su curioso, notable y amenísimo artículo intitulado Recuerdos de un contemporáneo, impresos en el periódico de Madrid la REVISTA CONTEMPORÁNEA del 30 de Octubre de 1881, que dicen así: «Justo es consagrar un pequeño espacio á las renombradas »alojerías, de antiquísimo origen, que han desaparecido por »completo hace bastantes años. En 1830 aun habia cuatro en »Madrid. Dos en la calle de Toledo, una en la de la Mon- »tera y otra en la Puerta del Sol. A ellas acudían los aficion a d o s al saludable y bastante grato refresco, conocido con »el nombre arábigo de aloja, servido invariablemente en enor- •» mes tazones de vidrio con dos asas, costumbre oculta en la »noche de los tiempos. Esta bebida, compuesta de arroz, miel »y especias, se introdujo en España por los Sarracenos, du- »rante las guerras de la Reconquista, y tan conveniente fué »contra la ardiente influencia del clima, y preservativo tan »eficaz de varias enfermedades, que los cristianos la adopta- »ron desde luego. Prueba de esto se conservó en la bandera »blanca cruzada de rojo, distintivo indispensable de las aloj e r í a s hasta su desaparición, en recuerdo del emblema adopt a d o para señalar la tienda en que se vendía en el campament o de los fieles. Los dueños de botillerías y cafés trabajaron »con empeño para evitar la competencia de los alojeros, y á »fuerza de esparcir patrañas acerca de los ingredientes que »suponian entrar en la composición de la aloja, y aprove- »chándose del inoportuno secreto con que se manipulaba, lo- »graron hacerla olvidar, si bien cayó sin pedir gracia ni ad- » mi tir condiciones , tan barata, original y en la misma forma »que la trajeron los sectarios del Koran. » Es cuanto por hoy puede decir á V. sobre la aloja su buen amigo y servidor—Tliebusscni.— s / c y Enero 7, 1SS2.

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