DIARIO
DE AGOSTO, PHAEBUS ME HABLA
Miércoles 3 de agosto
La
pantalla del ordenador me informa de la hora. Son las 9 a. m. y parece que me habla Phaebus y me cuenta algunas de sus intimidades,
como que nació en este lugar y que tiene
cuatro años más que yo. Yo nací en 1958 a tres mil metros de aquí.
Dentro
de un sueño, estamos sentados a 50 metros de esta mesa. Me da cuenta de sus exposiciones y de sus composiciones
musicales últimas. Que está realizando un cartel
para un espacio estético de cuyo nombre no puedo acordarme. Luego
me invita a abrir su último libro
de poemas publicado por
Almud Ediciones. Al tacto parece un
objeto encontrado de esos que busca Teo para poetizarlos, la textura y el collage que el autor ha
realizado para el libro realzan esta sensación. Anhelo por un momento ser ciego como Homero para oler sus páginas con las manos.
Torpemente,
por la cantidad de cacharros de vidrio que contiene el barril
que nos sirve de mesa donde tomamos unas cervezas, abro el poemario. De él se cae un tríptico que abrazaba sus páginas,
lo cojo y de manera rápida veo la
fotografía de una manzana en forma de taza de donde sale un asa, todo ello
sobre un plato con su cucharilla de moca reposando en una peana azul marino
donde pone: Su desayuno Mr. Newton. Mi curiosidad llega a ver que se trata de
algo relacionado con poemas objetos y
objetos sonoros pero no sé por qué
extraña prudencia no digo nada, declino abrir el folleto aunque distingo que anuncia el
último evento del autor mis ojos alcanzan a ver dos
cisnes picoteando el capelo rojo del escudo de la Universidad de Alcalá y ello me lleva a recordar su tercer libro La terquedad de la sombra que obtuvo el premio de poesía Ciudad de Alcalá. Llaman,
tengo una cita ineludible con el mar.
Vienes 5 de agosto 9, 59 a.m.
La
luz que entra por la ventana me ha despertado mucho antes que el teléfono del
recepcionista. Paso a la página 15 del libro y el poeta nos habla con su
seudónimo de los cuatro elementos que contiene el mundo, su mundo creador. Me
llama la atención el trato que da al
elemento agua en el cual indaga y
provoca una transustanciación cuando Phaebus dice: que el manantial de polvo / dibuja laberintos / nadie ve el manantial de polvo/salvo el poeta y el loco. En este
poema habla sin duda de la sequía y la desolación que produce la incomprensión,
el abandono por parte de la vida de la frescura de la creación, y de otro desierto, el desierto del creador, un
universo incomprendido por el tiempo vital, el tiempo político y el tiempo desorientado del
ciudadano que se parece mucho al tiempo de
nuestro paisaje geográfico cada vez más lleno de sed, de éste último
hecho ya han dado la voz de alarma los
artistas. Existe toda una poética sobre la memoria del agua y del
derrumbamiento de nuestro paisaje.
Sábado 6 de agosto 9. 38 a.m.
Le
mando un correo al autor preguntándole
por el leitmotiv del título. El poeta me contesta que Fhaebus es un
nombre inventado que representa un alter
ego, el otro yo, un juego mágico que nos plantea el artista, la
reencarnación de todos los yoes que aterrizan en el alma y que alguna vez fueron esencia y
vitalidad. Un yo que se observa en el espejo comprado en la
misma cristalería en que lo compró Jorge Luis Borges y fabricado con el mismo azogue, con el mercurio de la literatura.
Borges
afirmaba que el arte poético debe ser como ese espejo que nos revela nuestra propia
cara. Cuando Teo escribe de otro personaje está describiendo Mementos honimems de su
existencia creadora. Tal es así que esta
aventura que supone el escribir a través
del leguaje me lleva a recordar otro
de sus libros que ya apunta y reencarna esta forma iluminada de vislumbrar el
espacio creador, la obra que obtuvo el premio Barcarola y que se llamaba
precisamente así Memento honimem.
Lunes 8 de agosto 9,19 a.m.
Retomo el libro de Teo y paseo por sus poemas
lentamente como ayer lo hice por la playa.
Me detengo en las historias de cada una
de sus composiciones, en esa especie de épica lírica que constituyen los poemas, técnica ya
recurrente en su poesía, utilizada sobre todo en El radiestesista y El
laberinto de los dioses. Cuando lee, oye música o ve un cuadro o una
película, símbolos que sostienen el
mundo vital del artista, su mundo esteta, los poetiza mitificándolos o desmitificándolos.
Desde esta sensibilidad vuelve a crear otro escenario con otro final.
Esta
mañana percibo que la muerte como razón estética es otra de las recurrencias de
la línea poética de Phaebus tal como se
expresa en la recreación de la obra de Octavio Paz, en el poema dramático La hija de Raspaccini. No he
conversado con el autor sobre este tema
pero creo que el poema no existiría si Godhan Chamber no hubiera elevado a ópera el poema dramático del Premio Nobel mexicano.
Martes 9 de agosto 9 a.m.
Abro
la ventana de la habitación del hotel y veo la playa con una soledad majestuosa, tan sólo algún velero
pone con su foque y su génova un punto y coma en la raya azul del horizonte. Difícil
de explicar, el mar alberga una calma
chicha y no se divisa ni una nube por la Sierra de Aitana. Todo es azul. Lo
contrario que pasa en el estudio de Leonardo Da Vinci donde se ven deshacerse las
tardes, disolverse tras el cristal porque en este poema el
poeta nos habla de que las tardes de lluvia son de yeso, de cal, desde su estudio con una sonrisa de ella, de
Margarita.
Siempre
me voy a mi terreno, a la parte científica de mi formación, quizás por ello no puedo dejar de percibir que el calcio con sus sales y otros metales aparecen de forma recurrente
en los poemas. Me acuerdo del poema que realizó sobre el calcio dentro de un suplemento de Cuadernos del Matemático.
Teo
también guarda en el desván de la memoria trozos de científico que se reflejan
como los espejos de Alicia. A propósito de Alicia, sin duda el descubrimiento
de Lewis Caroll influiría en su poesía. Este autor británico también comparte
la característica de ser aparte de escritor, matemático. Ésto me lleva a pasear
por otro poema Pitágoras construye un
nuevo triángulo. El ojo de un Dios
desconocido e inexplicable forma parte de otro teorema para el poeta, un poema
construido desde la memoria de la infancia y la madre que
tanta presencia tiene en el libro La casa
vacía
Miércoles 10 de agosto 10, 00 a.m.
A
veces se me olvida que soy un marinero en tierra, un marinero de marejadas
cereales y me pongo a hablarle de tú al
mar como si fuera un trabajador del agua como los nombró Patxi Andión. El caso
es que el viento de levante me ha traído
sombras de olas, mientras estoy recostado
en la hamaca leyendo Memorias del
estanque de Antonio Colinas. Sus recuerdos llaman a los míos y me fluyen tres poemas del libro de Teo: Phaebus en la consulta, Nosferatu estudiante
de hematología y Charo tiene noche en el hospital, en ellos también se ve
el poso que sus estudios de ciencias le han dejado. Antes he manifestado que la
muerte en su poesía representa un valor capital, aquí el hospital, las
dolencias físicas, las imágenes relacionadas con la hematología se repiten, lo
cual me lleva otra vez a lo que afirma Teo : que todo es poetizable. ¿Acaso no
es poético el RH positivo de Clara la amante perfecta de Nosferatu, ese RH que
contiene todo lo positivo que el mundo no contempla?
Jueves 11 de agosto 9, 17 a.m.
Sigo
leyendo, buscando el almendrado de las palabras, me adentro en el poemario. Y
recuerdo al llegar a la pagina 37, al
poema Phaebus en su biblioteca, al Borges lector que afirma: uno no es por lo que escribe sino por lo que
ha leído. No se puede ser buen
escritor sin llevar interiorizado la cal de las palabras escritas por otros, la
lectura de grandes escritores e interiorización posterior de lo que otros escribieron es la verdadera inmortalidad de la literatura. Este
poema es clave para entender el discurso interno del poemario.
A
parte de esta argumentación la composición me trae a la memoria, en uno de sus versos, la simbología surrealista lorquiana en un
poema que tiene que ver con Manzanares, Llanto
por la muerte de Ignacio Sánchez Megías,
Lorca nos dice: la muerte puso huevos en la herida.
Serna cabalga con otra metáfora: Fueron mi tiempo,/ mi vida desgajada/ mi
rutina en paginas y letras que otros
escribieron: /fueron poniendo sus huevos
/ de pergamino seco en mi alma, su pequeño nido de luz parpadeante.
Viernes 12 de agosto 9 25 a. m.
Mientras
avanzo en la lectura del libro me pregunto
por muchas cosas que me intrigan de él, por ejemplo el nombre del papel,
de magnífico tacto, de las cubiertas. Me gustaría que fueran de papel verjurado
pues es un nombre muy poético para las
pastas de un poemario.
A
veces me gusta jugar a poner nombres a
las personas que atiendo en la farmacia cuando no las conozco. Luego comprobar sus datos para ver si he
acertado o no. Casi
siempre me gano a mi mismo. Será la sombra del adivino que todos llevamos
dentro. - A propósito, sin querer me ha salido el título de otro libro de Teo
Serna de ese bolsillo que es la memoria, titulado presamente: La sombra del adivino y publicado en el año
2000.
También
me pregunto por qué no lleva índice el
libro cuando al autor le gustan tanto los índices y los nombres, partir el
tiempo poético en pedacitos como si el tiempo fuera un espejo
roto. Hoy voy a tener suerte pues sin querer casi me ha surgido otro nombre de
un libro Índice onomástico publicado
en el 2012. Quizás un Pokemon Go de agua
salada me desvele lo que ha pasado con el índice, uno de eso bichos que andan por la playa este verano.
Sábado 13 de agosto 9. 23 a.m.
He
ido a desayunar y una camarera del hotel, Estefanía, me ha traído un sobre de
azúcar. Prodigiosamente han salido letras del edulcorante que se han posado sobre
el café a modo de caligrama con la forma
del pajarito de twitter donde se podía leer: En cada poema hay una historia
independiente, una historia de amor o de sombra de amor, el índice es la vida
del poeta.
En
el paseo por el mar
ayer no me encontré ningún Pokemon pero
sí una muchacha comiendo una manzana. Me
pregunto de que variedad será esa malus
doméstica y por la de aquellas que han dado tanto juego a la
obra de Fhaebus que son en definitiva las
manzanas de las leyendas. Este fruto siempre guarda un valor especial en
la fábula de la humanidad, desde Eva hasta la
leyenda de la gravitación y de Guillermo Tell pasando por el Juicio de Paris hasta nuestros días. ¿De qué variedad será la manzana de la madrastra o la de la reina?¿Y la de la
taza del poema objeto?¿Y la de la portada de Índice onomástico?
Este
libro contiene mucho de realismo mágico. Hoy que ha sido una noche de insomnio
no porque me pasara lo que a Bukowski en
la habitación 108 de un motel de carretera, si no porque ha sido noche de Perseidas.
Estos
trozos de cometas me han revelado, que este libro guarda, el sabor añil de de las alas de las mariposas y los momentos de
noche enjalbegados de luna y me han
llevado de la mano al recuerdo de otros dos títulos, el libro de haikus, El libro de las mariposas publicado en
1999 y 6 momentos de luna plaquette que vería la luz en el 2002. Me dicen las estrellas fugaces en
esta noche de sueño sin sueño, que la luz empolvada de los coleópteros y el satélite harinado de la Tierra forman parte de la
sustancia de muchos de los poemas de Teo. Sin ir más lejos en el collage que ilustra
el libro vuela una mariposa lapislázuli
y en el poema, Galileo observa un eclipse
lunar, donde el poeta juega con la
soledad de la luna.
Domingo
14 de agosto 9 50 a.m.
Veo un grupo de argelinas bañándose, antes de que
salga el ferry rumbo a Orán, a través de la
ventana de un boliche instalado en la playa donde tomo una cerveza. La imagen de
los azules morunos y verdes turquesas de
sus burkinis mezclados con el azul del cielo y el blanco del chiringo produce
una instantánea de tanta nitidez que parece un anuncio para una televisión de plasma gigante de alta
definición. Mientras pienso en el libro me pregunto: ¿ Qué habrían sido de estos poemas si no existiera la pintura o el
cine? ¿Qué es el cine si no la pintura del siglo XXI? La pintura daba fé desde tiempos inmemoriales del mundo
en que vivimos, si no que se lo
pregunten a María, la hija de Sanz
de Sautuola, que descubrió las pinturas de Altamira donde se ve la vida cotidiana de esa gente que
vivió hace 13.000 años. La pintura, luego la fotografía y posteriormente el cine se han constituido en fedatarios de la cotidianidad desde la
creación.
Para
Serna la imagen a través de la pintura y
el cine constituye otro de los elementos del discurso de su poesía, de ahí los poemas: Bedel en la sala Patinir, Brueghel el Viejo
o los poemas tan cinematográficos, Como en un cuadro de Hopper, Simeón en el desierto o Phaebus asiste a la
primera proyección de los hermanos Lumiére. El autor establece un discurso
poético fuera de academias desde la cultura que en realidad supone su propia
vida cotidiana. Prueba de ello es la
variedad métrica del poemario y referencias sin signos que apunten hacia una determinada corriente.
Lunes 15 de agosto 9,15 a.m.
Me
despiertan de la recepción del hotel a la hora convenida, mi sueño se confunde
con el sueño que acarrea el empleado. ¿Me pregunto por toda la soledad que hay
en un sueño? No creo que exista algo más
mortal que un sueño si las efímeras se pueden considerar animales casi eternos
frente a éste. Intento como todos estos
días encontrar la repuesta en el azul del
mar o en la cal de las páginas de Fhaebus. En el mar veo como
el ferry de Orán se convierte en un guión blanco como el del teclado de
mi ordenador en el horizonte y en el
libro leo los tres últimos versos que cierran el poemario … fuimos
jóvenes/durante algunos segundos, inmortales/como los dioses aquellos tan
humanos
San
Juan, Alicante. Agosto 2016
Cristóbal
López de la Manzanara